A lo largo de la historia, los seres humanos hemos creado un lenguaje para poder comunicarnos. Este lenguaje ha sufrido una evolución, pasando de unos primeros signos o gestos rudimentarios a un lenguaje más codificado. Este tipo de lenguaje tiene varias características: necesita un vehículo de transporte, no es universal, no es inalterable y debe estar disponible en función de las necesidades.
Con el paso de los tiempos, hemos realizado un trasvase de conocimientos que nos afectan de forma importante. Para ello, se ha tenido que implantar unas pautas de diálogo para su lectura, compresión e intercambio, ya sean escritas, orales o gestuales. Puesto que este conjunto de significados residentes en un miembro están siendo introducidos poco a poco, han intervenido una serie de factores o elementos: primero la información, la cual está envuelta en un cuerpo que la da contenido y sentido, ha llegado a nosotros de forma específica y ordenada, no solo en su contexto sino también en el espacio y en el tiempo. Otro factor son las personas o el vehículo utilizado para legarnos dicha información, ya esté lejos de nosotros o interactúe a nuestro alrededor. Siempre habrá un modelo de transporte que sea valedero para todos o exista alguna forma de poderle comunicar. Si existe un conocimiento, que sabemos que está ahí pero no podemos llegar a hacerle partícipe a una sociedad, aunque albergue un contenido excelente, tendrá un significado muerto.
Este tipo de información codificada y cargada de emociones, no tiene por qué ser universal ni admitida por todos, puesto que cada ser, llega un momento en la vida, que a consecuencia del bagaje cultural recopilado a través de la experiencia, se vuelve excluyente hacia aquello que su subconsciente no lo considera beneficioso hacia su persona.
El lenguaje y la información que alberga está sujeta a cambios, ya que con la aparición de nuevos elementos que regulan la actividad del grupo humano, variará de contenido y de forma, y a su vez, modificará el comportamiento del sujeto portador. Es así, porque cada sociedad tiene su ritmo de vida, y habrá momentos que determinado tipos de conocimiento se quedarán obsoletos, o simplemente sin fuerza.
Asimismo cabe apuntar, que en este mundo tan globalizado, donde el conocimiento puede llegar al instante a cualquier punto del planeta, debemos ser inteligentes y restringir su uso y difusión, en función del objetivo marcado. A consecuencia de que el conocimiento es la arma más poderosa, tendremos que saber orientarla para que no se vuelva contra nosotros.
Hic Est el motivo de este espacio, en el que todo el mundo puede hacer uso y disfrute del contenido aquí inmerso en función de sus necesidades, siendo el vehículo transmisor el que la sociedad demanda, que no es otro, que la sociedad de la información. Una sociedad que reclama nuevos contenidos y nuevos soportes, en definitiva, nuevas formas de recibir la información. Lejos quedan ya aquellos tiempos en los que las personas se reunían alrededor del fuego donde el más antiguo del poblado narraba historias que su padre y el padre de su padre un día les contaron. De esta forma, cubrimos un espacio que hasta ahora quedaba vacío.
Por último y no menos importante, también es motivo recordar que el inicio de esta página responde a un deseo de superación y eficiencia, en el que los libros de texto actuales no alcanzan las expectativas que la nueva generación demanda. Con ello, este autor no quiere mayor tributo que el de servir de medio de propagación de la información y el disfrute de una nueva forma de hacer historia, donde se aglutina el rigor de los primeros historiadores con la impulsividad que las nuevas tecnologías nos ofrecen.
Atentamente, Dr. Rubén de la Fuente Núñez. [email protected]